Iniciativa parlamentaria que expide la Ley de los Derechos Laborales y de Seguridad Social de las y los Trabajadores Petroleros, Electricistas y Mineros, reglamentaria del artículo segundo transitorio del decreto por el que se reforman y adicionan diversas disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de energía., de 24 de Abril de 2014

Que expide la Ley de los Derechos Laborales y de Seguridad Social de las y los Trabajadores Petroleros, Electricistas y Mineros, reglamentaria del artículo segundo transitorio del decreto por el que se reforman y adicionan diversas disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de energía, a cargo del diputado Pedro Porras Pérez y suscrita por integrantes de los Grupos Parlamentarios del PRD, del PT y de Movimiento Ciudadano

Problemática a resolver con la presente iniciativa

En el marco de la ya cercana presentación por el Ejecutivo federal de las leyes reglamentarias de la reforma constitucional en materia energética, cobra fundamental importancia la presentación de una ley que reglamente de manera detallada al artículo 2o. transitorio de la reforma constitucional en materia energética, a fin de que esta reforma no se tome como pretexto para desconocer los derechos laborales y de seguridad social de los trabajadores y jubilados del sector energético. Bajo el principio de que es necesario distinguir entre los trabajadores y sus derechos y, las criticables directivas de algunos sindicatos del sector. Además, como muestra clara de que los diputados apoyarán a las y los trabajadores, pensionados y jubilados en la defensa de sus derechos tutelados por la ley.

Argumentos

El propósito de esta iniciativa es la expedición de la “Ley de los Derechos Laborales y de Seguridad Social de las y los Trabajadores Petroleros, Electricistas y Mineros, Reglamentaria del Artículo 2o. Transitorio del decreto por el que se reforman y Adicionan Diversas Disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de Energía”. Ley que en un ánimo de abreviar designaremos en adelante, como “Ley 18 de Marzo por la Defensa de los Derechos de los Trabajadores del Sector Energético”; misma que es producto del esfuerzo de trabajadores, pensionados y jubilados del sector energético y, retomada por las y los diputados que suscriben la presente.

Contexto general

La necia verdad acaba escribiendo la historia.

Sin la expropiación petrolera no se podría entender al México contemporáneo, su prestigio internacional del que gozó hasta la llegada de la edad media neoliberal, el desarrollo económico que se alcanzó incluido el llamado “milagro mexicano”, fue asimismo el eje que hizo de la educación pública, de la salud, de la vivienda y demás derechos sociales, con todas sus limitaciones, una realidad para gran parte de los habitantes de nuestro país.

Hasta el año anterior, el 18 de marzo era una de las celebraciones más importantes para el país, la fecha en que un prócer como Lázaro Cárdenas, en unión a los trabajadores, destacadamente los petroleros y la gran mayoría del pueblo, se tomaron de la mano de la Historia para regalarle a México una nueva independencia. Un gobierno digno y nacionalista ponía un alto al sometimiento y saqueo de las empresas petroleras trasnacionales, para dar a nuestro país, un instrumento esencial para impulsar su soberanía y crecimiento.

Más en virtud de la contrarreforma energética del 20 de diciembre del 2013, se pretende enterrar el 18 de marzo, transformarlo en duelo, a lo más transformarlo en una amarillenta, marginal y despreciable hoja de la Historia. Pretenden que olvidemos que la educación se sostiene de los ingresos de una de las empresas más redituables del mundo, que los hospitales, que las carreteras, que la vivienda, que por lo menos 40 centavos de cada peso del presupuesto nacen del petróleo.

Antes de la expropiación, las trasnacionales en su soberbia, siguiendo, como es obvio, el mandato de sus intereses de lucro y rapiña, despreciaban a los mexicanos y a la leyes que nos dábamos, desconocían las resoluciones de nuestras autoridades sin importar su rango, con las cuales entraban en constantes conflictos, sometían a durísimas condiciones de trabajo a sus obreros, quienes si intentaban formar un sindicato, recibían de común la muerte. Empresas que se apoderaban de incalculables extensiones de terrenos por el camino de las concesiones o por la fuerza, a cambio de irrisorios alquileres, destrozaban sin escrúpulos terrenos agrícolas, el medio ambiente y hacían una explotación irracional de los yacimientos petroleros. Porfirio Díaz les había otorgado a estos corporativos, concesiones hasta por 50 años liberándolos de todo pago de impuestos; en tal virtud, cuando Francisco I. Madero les impuso un tímido impuesto de 2 centavos por tonelada de petróleo producida, selló su suerte, pues fue una de las causas centrales para que se le hiciera víctima de un golpe de estado que no paró hasta su vil asesinato al lado del vicepresidente José María Pino Suárez. Por otra parte, las empresas petroleras se paseaban en el país con sus guardias blancas como si se trataran de un Estado dentro del Estado.

Efectuada la expropiación petrolera, las trasnacionales siguieron bloqueando por todos los medios, el esfuerzo del gobierno y del pueblo por sacar adelante la industria petrolera: les obstaculizaban la obtención de recursos financieros, la adquisición de las refacciones necesarias, de medios de transporte y barcos, la contratación de técnicos y especialistas, las corporaciones organizan un boicot mundial para que no se adquiera un solo barril de crudo mexicano, por su parte, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos interrumpe la adquisición de plata mexicana; acabaron señalando que éramos incapaces de sacar adelante esta industria y, que les rogaríamos su regreso. ¡Y las trasnacionales se quedaron sentadas esperando nuestro llamado! Pues al bloqueo y al menosprecio, se les enfrentó una ola de conciencia y patriotismo de un pueblo; de niños, mujeres y hombres convencidos y decididos, que llenaron las calles en apoyo a la expropiación, y entregaron sus pocas pertenencias para cubrir la indemnización a las corporaciones; por su parte los trabajadores petroleros, a los que ahora se les pretende sentar en el banquillo de los acusados, con escasos recursos y grandes sacrificios sacaron adelante a la industria petrolera y con el pasar de los años la convirtieron en un enorme emporio, que ahora gente descastada ha ido a ofrecer de rodillas y en charola de plata a los corporativos extranjeros, los mismos que la expropiación hizo a un lado para poner en su lugar, en el centro, a las necesidades de los mexicanos.

En suma, el general Lázaro Cárdenas decretó la Expropiación Petrolera, como respuesta al terrible poder fáctico que tenían las empresas privadas extranjeras que detentaban la industria petrolera, al grado de poner en jaque la existencia misma del Estado, la existencia misma de la nación; los abultados recursos que obtenían estas empresas de esta riqueza del país, era a cambios de la miseria de los trabajadores y del erario público, siendo que sus cuantiosas y mal habidas utilidades eran trasladadas a sus países de origen, y las supuestas inversiones en el país eran equivalentes a la nada, y eso es lo que se pretenden nuevamente enraizar en nuestro país unos malos mexicanos con la reciente reforma energética, una reforma a la medida de los poderes imperiales. Recordemos algunas de las palabras pronunciadas por Lázaro Cárdenas aquel 18 de marzo:

“Por otra parte, las compañías petroleras, no obstante la actitud de serenidad del Gobierno y las consideraciones que les ha venido guardando, se han obstinado en hacer, fuera y dentro del país, una campaña sorda y hábil que el Ejecutivo Federal hizo conocer hace dos meses a uno de los gerentes de las propias compañías, y que ese no negó, y que han dado el resultado que las mismas compañías buscaron: lesionar seriamente los intereses económicos de la nación, pretendiendo por este medio hacer nulas las determinaciones legales dictadas por las autoridades mexicanas...”

No tenemos que elucubrar sobre los graves problemas que a futuro nos pueden crear las petroleras extranjeras, o tratar de desprenderlos por analogía de lo que sufren otros países, sino basta que veamos la conducta que en el pasado desarrollaron éstas contra México, y que llevaron a la expropiación petrolera.

Por lo que hace a la industria eléctrica, esta se nacionalizó durante el gobierno de Adolfo López Mateos, precisamente el 27 de septiembre de 1960. Conceptuándose como servicio público, al ser base fundamental para la satisfacción de prácticamente todas las necesidades humanas y las actividades económicas. Por lo que diversos sectores del país, están luchando para que se eleve, a derecho humano básico en bien de todos los mexicanos.

El petróleo, la energía, en la forma más sencilla es la sangre que da vida y movimiento al mundo. Es una riqueza invaluable. Por tal motivo, las potencias destacadamente Estados Unidos han hecho y hacen guerras por diversas partes del mundo para proteger sus intereses en materia energética. Y México no ha sido la excepción, pues afirmamos que venimos sufriendo una guerra de baja intensidad perfectamente maquinada desde hace ya varias décadas con el fin de poner nuestro petróleo, nuestros energéticos al servicio de los imperios, especialmente Estados Unidos. Veamos.

En materia petrolera: se obstaculizó de manera sistemática la formación de especialistas y el desarrollo de nuevas tecnologías, se trocaron las inversiones por el pantano de la corrupción y una política fiscal asfixiante hacia Pemex.

Se destruyó en gran parte la normativa tutelar hacia los trabajadores, lo que culminó con la contrarreforma laboral del 2012, esto, además de abaratar la mano de obra para la patronal y, concretamente a favor de los corporativos petroleros, buscaba evitar toda resistencia hacia la reforma energética y otras. Los derechos laborales no sólo traen bienestar a los trabajadores, sino libertad y tiempo para pensar, organizarse, participar social y políticamente. Participación que actualmente es una utopía para la inmensa mayoría de los trabajadores que suelen trabajar de luna a luna, sin descanso adecuado, mal alimentados...

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